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“A los pocos minutos me dijo si quería sexo a cambio de dinero”: a qué se enfrentan las mujeres en internet

La pandemia de coronavirus ha alterado nuestra vida cotidiana. Mascarillas, geles hidroalcohólicos o nuevas formas de saludarse se han introducido con relativa facilidad en nuestro día a día. Sin embargo, otras realidades no han cambiado durante este periodo extraordinario. Las mujeres siguen siendo el blanco de determinadas conductas irrespetuosas en redes sociales e internet a las que no siempre saben hacer frente.

Ana García-Carpintero, graduada en Magisterio, recibió hace unas semanas una proposición fuera de lugar tras haber colgado en una web un anuncio para dar clases particulares a niños de primaria. “Un usuario me dijo que tenía un hijo que necesitaba refuerzo. Todo sonaba muy realista. Hablé lo justo para que me contara y me pidió el número de teléfono para acabar de concretar los detalles. Es más fácil con una llamada. A los pocos minutos, me envió un mensaje en el que me decía si quería sexo a cambio de dinero”, cuenta. Su perfil no tenía foto y respondía al nombre de Moisés. Lo bloqueó inmediatamente.

Captura de pantalla de la conversación de WhatsApp/Ana García-Carpintero

Durante su periodo de búsqueda de empleo, también le realizaron otras proposiciones de índole supuestamente sexual. “En otra ocasión, y ya después de decir que había encontrado algo, me propusieron ‘cobrar un extra’”, afirma Ana. Tampoco es raro que le envíen fotos en ropa interior, en algunos casos con evidentes erecciones, a través de Instagram. E incluso algún desnudo integral.

Siempre hay alguien dispuesto a mandar ‘fotopollas’ (un término de uso común en la red) o imágenes de este tipo. Es innecesario y desagradable. Te sientes muy incómoda. Una cosa es que ambos estemos de acuerdo en pasarnos ese tipo de fotos y otra muy distinta mandarlas cuando nadie te las ha pedido”, explica esta chica de 25 años, que rechaza de antemano quedar con todo aquel que muestre estos comportamientos. “Es una señal de que no me puede aportar nada”, concluye.

Elena bordea la treintena, pero se reconoce en las experiencias de Ana y aplica las mismas recetas: bloquear directamente al usuario en caso de recibir fotos o material ofensivo y/o borrar los comentarios. “Siento asco al recibir ese ‘feedback’. Es algo que no encuentro para nada atractivo; es una gañanada auténtica y denigrante para la mujer”, asegura. “Las mujeres de hoy necesitamos conectar un poco y tener algo de confianza para saber que no nos va a pasar nada si nos marchamos con un desconocido. No estamos en disposición de arriesgarnos. Y, más, si de primeras te manda una foto desnudo. Eso no funciona”, dice.

Una chica maneja su smartphone/Pixabay

Lo más común es que los comentarios o mensajes privados que reciba se refieran a su físico o pidan sin tapujos una foto íntima. “Hablamos de prácticas muy comunes y que se prolongan en el tiempo. Lo he comentado con amigas”, afirma. Algunos chicos la han insultado por no querer quedar con ellos. “Me han llegado a decir que era una p***.  A uno le dije que me parecía enfermizo que tratara así a las mujeres y me contestó que era entrenador de un equipo de fútbol femenino. ¡Y se enfadó porque yo no quería quedar con un completo desconocido! ¿Qué les va a enseñar a sus jugadoras? Es un doble rasero que no entiendo”, lanza al aire.

Estos comportamientos digitales no son más que una extensión del tipo de violencias que las mujeres pueden sufrir en la calle. Véase el peligro de volver a casa por la noche, por ejemplo. Sólo que en internet todo es más rápido y más directo”, explica Santiago Boira, coordinador del máster en Relaciones de Género de la Universidad de Zaragoza.

Según este psicólogo, estas conductas reflejan un sistema de poder desigual entre hombres y mujeres en el que los primeros “tienen el supuesto derecho de invadir la intimidad de la mujer. Es aquí donde se pueden generar situaciones de violencia”. Boira se refiere a una violencia no de tipo físico, sino con un carácter social y que puede ejercer una presión psicológica sobre ellas. “Las mujeres a veces se sienten intimidadas. Pensamos que las redes tienen una parte de lejanía y que estamos protegidos al estar frente a ordenadores. Pero no. Los efectos psicológicos están ahí. Un caso análogo para entenderlo es el del ‘cyberbullying’, que es continuo”, afirma.

Las ‘fotopollas’ son relativamente comunes en mensajes privados que se envían a través de las redes sociales/pexels.com

Boira expresa su preocupación respecto a las generaciones venideras, entre cuyas filas las actitudes machistas repuntan. “Los adolescentes, especialmente los chicos, están reproduciendo los estereotipos machistas. Conciben los celos o la violencia como una prueba de amor. También piden a su pareja las contraseñas de sus móviles, confundiendo confianza con privacidad. Además, su uso de las redes sociales se produce a una edad cada vez más temprana”, relata.

Para acabar con todos estos comportamientos, tanto en entornos digitales como fuera de ellos, Santiago Boira apuesta por la enseñanza en los centros educativos de una educación sexual integral que favorezca modelos basados en el afecto y la igualdad. “Los adolescentes saben poco sobre relaciones afectivo-sexuales saludables. Al final, encuentran modelos muy sexualizados y poco aconsejables en el mundo del porno, que en general cosifica a la mujer y la trata como un objeto”, argumenta. Y formula su deseo de llegar a una sociedad igualitaria en la que, como consecuencia del cambio de modelo, las mujeres puedan navegar por internet sin preocupaciones ni frenos.

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